QUE HABLE EL INDIO

QUE HABLE EL INDIO
EXMINISTRO DE LA DEFENSA Y LIDERES INDIGENAS

jueves, 14 de abril de 2011

QUE HABLE LA PREMIO NOBEL DE LA PAZ INDIGENA






Los indígenas latinoamericanos hasta hoy.

"La visión de los pueblos indígenas se manifiesta en las formas de relacionarse.
Primero, entre los seres humanos, de manera comunitaria.
Segundo, con la tierra, como nuestra madre.
Tercero, con la naturaleza, pues somos parte integral de ella y no sus dueños".

Rigoberta Menchú Tum (Guatemala)
Discurso de recepción del Premio Nobel de la Paz 1992

La población descendiente de los habitantes originales de lo que hoy llamamos América, es todavía numerosa en Guatemala, Bolivia, Perú, Ecuador y México. Durante la colonia, los indígenas fueron relegados a ocupar los lugares más bajos de la escala social y forzados a trabajar al servicio de los colonos ibéricos. En todos los países latinoamericanos de hoy, las comunidades nativas –unos treinta millones de personas– se esfuerzan por garantizar la supervivencia de su herencia cultural y recuperar la autonomía que perdieron con la invasión europea.
criollos: hijos de españoles.

Muchos indígenas de las colonias americanas participaron activamente en las luchas por la independencia dirigidas por los criollos en el siglo XIX. Sin embargo, el proyecto básico de las nuevas naciones hispanoamericanas fue organizarse al estilo europeo, con constituciones y economías que seguían los modelos franceses y británicos. Las circunstancias políticas y económicas de los pueblos originarios, por lo tanto, cambiaron muy poco: seguían condenados a la miseria y a la marginación social. Por eso han continuado las rebeliones indígenas en diferentes regiones hasta el presente. Algunos intelectuales mestizos y criollos del siglo XIX integraron temas relacionados con los amerindios en sus narraciones, denunciando la explotación y pobreza de estos grupos y reivindicando el valor de su tradición cultural. Por ejemplo, la escritora peruana Clorinda Matto de Turner (1852-1909) incluyó en sus novelas y cuentos diversos elementos de la tradición incaica y de la difícil vida que llevaban sus descendientes andinos.
A comienzos del siglo XX, un buen número de intelectuales latinoamericanos había vivido una temporada en Europa. Allí comenzaron a cultivar una conciencia nueva de las culturas indígenas como parte de la búsqueda de una voz propia para el arte y la literatura de América Latina. Conscientes del creciente interés europeo por lo exótico, escritores como el guatemalteco Miguel Ángel Asturias (1899-1974) y artistas como el mexicano Diego Rivera (1886-1957) -entre otros muchos-, integraron en su obra diversos elementos de raíz precolombina con un sentido de orgullo y para afirmar las diferencias entre América Latina y Europa. Aunque tales obras en general no eran producidas por miembros de los grupos indígenas mismos, muchas de ellas, hoy denominadas indigenistas, denuncian la precaria situación económica y social de los amerindios, sometidos a la explotación del latifundio y a la presión capitalista. Estas obras contribuyeron a crear conciencia de la tradición precolombina como parte fundamental del patrimonio cultural de los países hispanoamericanos. Un buen resumen de estas nuevas actitudes se encuentra en el siguiente párrafo del escritor peruano José María Arguedas (1911-1969):

"Lo indígena no es inferior, y el día en que la gente de la sierra andina descubra en sí misma las grandes posibilidades de creación de su espíritu indígena, ese día, seguro de sus propios valores, el pueblo mestizo e indio podrá demostrar definitivamente la fuerza de su capacidad creadora" (citado en Franco, Jean. La cultura moderna en América Latina. México: Grijalbo, 1985. p. 135).
Arguedas, que era de procedencia andina, representaba este aumento de poder y de respeto que empezaban a tener los pueblos originarios desde los años 1960.

Efectivamente, en las últimas décadas del siglo XX se abren nuevos canales de participación política para muchas comunidades indígenas en varios países, y su situación subordinada comienza a cambiar. Además, las aspiraciones de estos pueblos reciben ahora mayor atención internacional en conexión con las causas ecologistas y con las organizaciones panamericanas y mundiales de defensa de los derechos humanos. Así, por ejemplo, la Organización de las Naciones Unidas (ONU), declaró 1992 (quinientos años después de la llegada de Colón a América) como el Año Internacional de las Poblaciones Indígenas del Mundo, y la activista maya-quiché guatemalteca Rigoberta Menchú Tum recibió el Premio Nobel de la Paz. En ese mismo año se hizo en Ecuador una reunión continental con representantes de la mayoría de las naciones aborígenes de América. En los distintos países se han formado organizaciones lideradas por los indígenas mismos para defender sus derechos, tales como la CIDOB (Central de Pueblos Indígenas del Oriente Boliviano), la ONIC (Organización Nacional Indígena de Colombia), la COICA (Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica), y el FIOB (Frente Indígena de Organizaciones binacionales). También hay varios países que han modificado su Constitución Nacional para dar mayor autonomía a las poblaciones originales, las cuales tienen representates en el gobierno. A fines de 2005, el activista aymara Evo Morales Ayma ganó las elecciones presidenciales de Bolivia, fundamentalmente gracias al apoyo de las organizaciones indígenas. Estas se han converitdo entonces en una fuerza política muy significativa en la América Latina del siglo XXI.

Algunos dilemas económicos y políticos que enfrentan estas poblaciones hoy en día
pertenencia:
1. La pertenencia nacional: ¿Cómo equilibrar la lealtad étnica con la pertenencia nacional? Este conflicto se expresa en varios niveles. En primer lugar, durante muchos años, los indígenas han enfrentado el dilema de "integrarse" a la vida nacional, lo que significa renunciar a su lengua, a su modo de vivir, a su religión y a su identificación étnica. Segundo, hay muchas comunidades que ocupan territorios pertenecientes a países distintos que tienen leyes y políticas contradictorias, como es el caso de los wayúu en la Guajira colombo-venezolana, los aymara de Perú, Bolivia, Chile y Argentina, los miskitos de Nicaragua, Honduras y Belice, y los mayas de México, Guatemala y Belice, entre otros muchos. En tercer término, los intereses económicos de los grupos con más poder en el país están a menudo en conflicto con la necesidad de alguna comunidad indígena específica por preservar su tierra o su modo de vida. Por ejemplo, en Ecuador y Colombia, hay frecuentes tensiones entre los contratos de las compañías petroleras internacionales –que traen mucho dinero al país–, y diversos grupos indígenas que se oponen a la explotación extranjera de sus tierras.
2. La "indianidad genérica" y los prejuicios: Desde la época colonial se creó una serie de estereotipos sobre los "indios", como si fueran un grupo homogéneo. Se consideró que eran una masa ignorante, perezosa e infrahumana, y se los condenó a ocupar los lugares más bajos de la jerarquía social. Esta actitud continúa hoy en todo el mundo, especialmente con la supervaloración de la ciencia y la tecnología occidentales. Con frecuencia, la imagen que muchos indígenas tienen de sí mismos es de impotencia, miseria y abandono, lo que produce alcoholismo y deterioro social. Por otro lado, ya que las mejores tierras y fuentes de alimento son explotadas por los mestizos y blancos, varias etnias indígenas que mantienen su unidad como pueblo deben viajar periódicamente a trabajar para los patrones "ladinos", haciendo más difícil mantener la coherencia de su vida comunitaria.
3. El aislamiento: Muchas comunidades indígenas han preservado su autonomía cultural hasta hoy porque se retiraron a regiones apartadas, porque vivían en zonas remotas a donde los españoles no llegaron, o porque pudieron defender agresivamente algunos de sus territorios. En los tres casos, el resultado es el aislamiento y la falta de comunicación con otros grupos que podrían compartir sus intereses y con los cuales podrían organizar un frente común. Hasta hace pocos años, eran grupos completamente ignorados por la mayoría de la población y por el gobierno nacional.
Uno de los movimientos indígenas más influyentes de hoy es la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE). Esta fuerte organización nacional representa a los amerindios ecuatorianos –aproximadamente el 38% de la población–, y se hizo protagonista de la política ecuatoriana a partir de junio de 1994, cuando organizó una huelga que paralizó al país por dos semanas. La protesta se oponía a la Ley de Desarrollo Agrario que buscaba eliminar las tierras comunales para favorecer la industrialización agrícola. El gobierno del entonces presidente Sixto Durán intentó reprimir militarmente la huelga, pero finalmente tuvo que negociar con la CONAIE y modificar el proyecto de ley para incluir algunas de las demandas indígenas. Aunque las propuestas de la Confederación –que incluían métodos de desarrollo sustentable, proyectos comunitarios y técnicas ecológicas– no se adoptaron oficialmente, esta huelga obligó a reconocer al movimiento indígena como un actor significativo en la política contemporánea del Ecuador. En 1990, la participación de representantes indígenas hizo que la nueva Constitución Nacional reconociera el derecho de los diferentes grupos indígenas a conservar su tierra y gozar de autonomía lingüística, educativa y judicial en sus territorios. Además, la CONAIE tiene representantes en el congreso y el gobierno nacional, y organizó el derrocamiento del presidente Jamil Mahuad en enero de 2000, por su mal manejo de la política económica.
Sin embargo, la demanda por una distribución más equitativa de la tierra todavía tiene un largo camino por recorrer: más del cincuenta por ciento de la tierra ecuatoriana pertenece a unas pocas familias, mientras que los territorios comunales indígenas representan solamente el cuatro por ciento de la tierra andina. Uno de los campos de batalla legal y política más difíciles es la presencia de las compañías multinacionales que controlan la explotación del petróleo. Con frecuencia, los yacimientos de este mineral se encuentran dentro o cerca de los territorios indígenas de la Amazonía, y el impacto ecológico y cultural es a menudo bastante negativo. El gobierno ecuatoriano, en general, favorece por razones económicas la presencia de compañías petroleras con base en Estados Unidos. Por esta razón, los grupos indígenas de la Amazonía utilizan conexiones con ecologistas y abogados internacionales para limitar y supervisar la influencia de estas empresas multinacionales en sus tierras. Los intereses indígenas han sido defendidos en varios litigios internacionales, pero la lucha siempre es difícil y altamente polémica: ¿debe la economía ecuatoriana "sacrificarse" para proteger el modo de vida de una minoría y para ayudar a conservar la selva como una reserva ecológica? ¿Es posible encontrar y sostener soluciones intermedias cuando la presión económica internacional es tan fuerte?
El caso ecuatoriano muestra cómo las poblaciones indígenas en América Latina tienen una presencia más influyente que nunca en sus países, pero al mismo tiempo se enfrentan a retos multiplicados por las demandas de la economía global.

No hay comentarios:

Publicar un comentario